El 9 de enero de 1932, Alfonso Caso ingresó por primera vez a ese espacio mortuorio, abundante en ofrendas, entierros y portento de la arquitectura funeraria prehispánica
El 9 de enero de 1932, Alfonso Caso ingresó por primera vez a ese espacio mortuorio, abundante en ofrendas, entierros y portento de la arquitectura funeraria prehispánica